Paisaje 1976 Acuarela / papel
En un campo segado, aumentando los graneros, de forma cónica, articulados con un ritmo que continúa en las colinas y que se elevan en la parte inferior de la composición. Con gran dominio de la técnica se aplica una modulación de ocre sugerente, resbalón verde y marrón en el que las luces provocan las sombras.
Bodegón Marinero
Con un diseño muy personal, tiene dos peces y una pequeña caldera de la madera en la parte inferior de la composición; seguido por una gran roca detrás de él y los bustos de dos pescaderías, recortada contra el mar. Por su densidad y plástico, la plenitud formal de lograrse, parece diseñado más por la composición como escultor que como un pintor.
Barcos no muelle
El paisaje es un tema recurrente en el patrimonio de Galicia y su autor imaginó que retrata sin descanso durante toda su vida.
El puerto se convierte en los ojos del artista Marina en un paisaje fantástico, lleno de posibilidades, donde la toma de aire, la danza de agua, las asimetrías de juego causados por la confusión entre los barcos y las grúas que crean un laberinto de formas, ritmos opuestos vertical placidez paisaje montañoso horizontal.
Una investigación técnica es una de sus características esenciales. Siempre abierto a la innovación en los medios de comunicación, explorado las posibilidades sin fin de enfocar la materia como es indicado por Antón Castro, los elementos esenciales de su pintura en la estructura. La consistencia de la composición permite que el flujo lagrimal disfrute libremente de la calidez de la madera que respira bajo pinceladas pastose. Distribuido con facilidad, la espátula diseña formas, subvenciones de volumen por la insistencia del pigmento en la superficie.
Un fuerte sesgo hacia la parte inferior justifica la impresión de profundidad acentuado por la disminución de la intensidad cromática de los barcos. El barco de pesca colorido en el primer plano dilucida en los barcos que vienen y se convierte en pura sensación de humedad atmosférica del Atlántico.
Paisaje 1979
Construir una región con un lenguaje purificado, sintético, con el que las luces se plasman y los colores de la naturaleza en una estructura sustentada debuxística. El material pastoso produce sensaciones de modelado en bruto que dan solidez a este punto de vista panorámica en la que se articulan los valles y laderas de la montaña con un efecto de escena fragmentaria y fresco, con variantes de tonos amarillos, verdes, azules, grises y blancas.
Peixeiras
El mar, la mujer, adquieren vida cotidiana, Manuel Torres, la condición de fuente material de observación y aprendizaje.
La pieza, ganando la medalla de plata en la Bienal de Pontevedra 1969, cuenta con dos figuras femeninas, tótem grande y monumental como efigies de mujeres del mar, de auto-absorción de limpieza de pescado, realizando metódicamente su deber diario. Las imágenes son impersonales, sin caras, metáforas funcionan.
El dibujo muy xeometrizado con referencias neocubistas refuerza el diseño hierática y escultórico de las pescaderías comentó sobre la función de asegurar los contornos con líneas negras gruesas que, sin duda, la descripción de formas esenciales sin necesidad de retirar los cuerpos de modelado suave.
Opta abiertamente por monocromo, por tonos tierra, ocre, sangre, blanco y negro, sin embargo, desde este año, introduce cromatismo en la torta. Las luces y sombras son interpretadas por el sombreado de ciertas áreas, que le permiten respirar el papel de transmitir la sensación de luz, la masa de carne sinuosa de las figuras, se basa en un espacio que lo rodea, en un contexto de identidad y lleno de sal.