En una fecha insegura entre los años 1490 y 1495 un pintor estuvo trabajando en una de las dos iglesias efectivas en la localidad de Los Balbases, ubicada en la actual provincia de Burgos. El templo fue concedido al cristiano San Esteban y el artista resuelve, seguramente por encargo, dedicar por consumado el retablo mayor de la iglesia a relatar la vida y martirio de dicho santo así como los acontecimientos de sus restos, para lo cual diseñó un conjunto compuesto por un mínimo de doce tablas, aunque es muy probable que hubiese algunas otras, con las cuales el tiempo no ha tenido clemencia.
Los Balbases, hoy un municipio muy pequeño que no consigue los 400 habitantes, era en aquellos tiempos una localidad de cierta importancia, lo que expone la llegada hasta aquí de este artista cuyo nombre nos es por completo ignorado, hasta el punto de nombrarlo, precisamente, como Maestro de Los Balbases.
Sea quien sea, se exijía que el pintor tenía que ser castellano, pero su arte reflejaba un hondo conocimiento de las novedades asignadas por la pintura flamenca, imputando al mismo tiempo las raíces de autores como Van Eyck, Van der Weyden o Memling, cuyas obras debieron conocer ya fuese de manera directa o a través de grabados y reproducciones.
Por otro lado, se requiere que nuestro artista no estuvo trabajando en soledad. Al menos en dos de las tablas es realmente visible la intervención de un colaborador, también ignorado, mientras que otra se imputa al denominado Maestro del Salomón de Frómista, con el que nuestro pintor ya había colaborado en otra ocasión.